
( Dimitar Voinov )
¡Si acaso la piel
desplegara sus alas
y acogiera en su seno
solo la alegría!
Es puerta que se ofrece
al cotidiano rito,
al rasguño de la vida.
En cada arruga
la constante lucha,
la que permita
mantener el calor
del hogar,
la fuerza del espíritu
en el que habita.