
Es el hogar alejado
de los ruídos del hombre
el que satisface mi silencio
al frescor de la mañana
tan dulce es el aliento
como el néctar
que me ofrece la higuera
la mirada sigue al pájaro
en su vuelo
sobre este mar reposado
sobre este azul espejo.
Amanece la mañana
de viento y agua,
un sueño de frío beso
con que la envuelve
la nube blanca
aún siente
helado escalofrío
que le recorre su espalda,
que la perturba
que daña
sombra humedecida
que quiere atrapar
su alma
todo acaba,
con el cálido rayo
que sobre el cielo
cabalga
que la abraza
que la salva.
Desde esta orilla
en que la planta pide descanso
contemplo el huerto casi lleno
tiempos de cosecha
han sido fecundas primaveras
las que han posado
el aroma que hoy respiro
repican con júbilo sereno
los tambores en el pecho
dulce instante para agradecer
las mieles de hermosura
con que cuerpo y alma
se alimentan.