
Ni la estrella que luce
con más fulgor en el cielo
se pertenece
se diluye su luz
en el manto de la noche
después de apagar su brillo,
desaparece.
Quién ha dicho
que muere la planta sedienta
cuando canta la cigarra
acunada por los juncos
la dulce nana del río
quién ha dicho
que la tierra ya está seca
cuando ofrecen sus entrañas
manantial de agua fresca
para que brote la fuente
quién ha dicho
que todo se hace desierto
cuando el cántaro de barro
se va llenando de vida
con la lluvia de tus besos.
Me sumerjo
en tus aguas cristalinas
en esa gama de azules infinitos
en la sutil transparencia de tu abrazo
toda la piel acariciada
por la dulce suavidad del beso
toda la vida mecida
por tu inmensa placidez
sin noche
sin naufragio
sólo esencia.
Veo tus huellas en el atardecer
de nuestro huerto
con cada gota de agua
has prestado vida
al manzano y al peral
también el alma está sedienta
tiene la sed de la calma
necesita de la paz
que aplaque los adentros.
te hallo en la suave brisa
de lavanda y de romero
con un respirar tranquilo
en el cálido crepúsculo
teñido de grana y oro
entonan fuerte los grillos.