
El otoño que no llevó sus hojas
a los árboles que mueven las aspas,
son otros los vientos que soplan
y que giran en torno a las vacas.
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La lluvia que transforma sentimientos
en días de melancólica tristeza,
me falta tu sonrisa y tu nobleza
y me pierdo entre grises pensamientos.
Has sabido construír fuertes cimientos
con tu paciencia y sabia sutileza
nuestro hogar defendiste con fiereza
y con amor sembraste buenos vientos.
Nos calmabas los tiernos anhelos
con tu trabajo y con mucha ternura
desgranando ese pan de cada día.
Eras el sol que derretía los hielos
sembrando en el corazón la dulzura
con la luz que tu rostro desprendía.
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No me mires niña
con tus ojos tristes.
No toquen tus manos
letras derramadas,
salidas del fondo
del fondo del alma,
que nos enternecen
que nos enmudecen,
que no hallamos ya
ninguna palabra,
que calmen tu espíritu
que aviven tu cara.
Si a tu refugio
acudir pudiera,
llevaría el sol
para que tus ojos
con luz relucieran.
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Bajo los arces cambiando colores
y sobre el gran lecho mojado y blando,
dorado otoño se va deshojando
pasados ya los cansados ardores.
Esperando inviernos y otros calores
esta lluvia sin pausa va marcando
cada hoja que la vida va pasando
de un calendario de tiernos amores.
En ese flotar de unas alas rojas
me dejo mecer por el dulce viento
voy disfrutando de tanta hermosura.
Me olvido de ti, tiempo que me mojas
el alma de este negro sentimiento,
quiero vivir presentes de dulzura.
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