domingo, 9 de noviembre de 2008

Sosiego

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Mañana dominguera, cielo azul, sol fulgurante reflejado en las blancas fachadas costeñas cobijadas por verdes montañas, guardaespaldas majestuosas elevándose con sus redondeces sensuales hacia las alturas en permanente oración de gratitud por tanta belleza.


A través de la ventana el aire, reconfortante mezcla de sal y pinos, entra a raudales en la alcoba, invade los cuerpos, los llena de vida.
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Hoy no es necesario otro alimento.


Aprisionar en el interior sensaciones de plenitud hasta la saciedad.
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Los ojos que divisan el azul intenso del mar desde la privilegiada atalaya atraen a los blancos veleros, que con sus velámenes al viento van arando surcos de paz, sosiego y tranquilidad.

Deseos de perdurar en lienzos, amalgama de blancos, celestes, turquesas y esmeraldas conformando la más bella estampa vivida y que nadie antes haya pintado.

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