miércoles, 11 de noviembre de 2020

Desapego

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Pintura : Jia-lu-gi


 
Sin darnos cuenta
ha llegado el tiempo
que corroe
lo imprescindible.
 
Una cascada de hojas secas
caen
sobre el corazón.
 
Qué queda? 
 
saber encontrar la flor
entre la maleza
y
con una calmada sonrisa
disfrutarla.
 
Aceptar
lo que ya no es
porque
nada es de nadie.




13 comentarios:

Joaquín Lourido dijo...


Me gusta ese final: Nada es de nadie. No obstante si habláramos de la Nada y el Todo estaríamos intercambiando opiniones durante 5 siglos.

Besos y feliz finde, Marisa !!!

Marisa dijo...

Así es Quino.
Graciñas y feliz finde
para tí también.

Un abrazo

Xan Do Río dijo...

Si entendiésemos eso, seríamos mucho más agradecidos en general. Un abrazo.

De barro y luz dijo...

¿Y si hacemos un ramo de hojas secas, una sinfonía de ocres, rojos y amarillos y soñamos con la primavera?


Bss

Verónica Calvo dijo...

Sabiduría y reflexión en este profundo poema, querida Marisa.
Otra joya tuya.
Precioso como los has versado.

Besos.

Ricardo Tribin dijo...

Dejar ir y permitir a Dios actuar, seria mi observación a tu magnifica composición.

Te dejo un gran abarzo!!

hanna dijo...

Es grandioso tu poema, intenso como la vida.. Beso

A.S. dijo...

Preciosas as tuas palavras Marisa! E tão verdade!
A beleza do teu poema nos mostra que precisamos saber desfrutar as coisas mais simples da vida, porque tudo é tão breve!
Gostei muito!

Saludos!
A.S.

Marisa dijo...

Agradezco muchísimo
la lectura y comentarios
de mis pequeños poemas.

Abrazos a todos

Luján Fraix dijo...

Aceptar lo que ya no es.
Aceptar lo que no se puede cambiar.
Bello poema.
Un abrazo

Recomenzar dijo...

Seguir mientras el alma pueda
tratar de volver sies posible cuidándose sin miedos
un gran abrazo

Siby dijo...



Tus palabras ademas de hermosas,
me dejan pensando.

Besitos dulces

Siby

LA ZARZAMORA dijo...

Y cuán pocos ven florecer su jardín, tras tanta maleza...
Se refugian en un escorzo de halagos.
Cuando la poesía ella sola crece en un jardín interior del que nadie posee la llave hacia un recodo de versos por latir.



Besos, mi querida Xanela.