
Pintura
Leonardo da Vinci
Sola,
nunca hasta ahora
tan diariamente
sola
tu soledad y la
mía.
Nos buscamos,
en ese campo
del silencio
donde se curan las llagas
y la flor huele a
cerezo.
Nos miramos,
y cuando tus ojos
irisan en los míos
la soledad
ya no existe.